¿De qué está hecho un Buen Amigo?
por
Analiese Fernández
En días cuando tenemos el ánimo por los suelos o en aquellos en que nos sentimos en la cima de la montaña, tendemos a apoyarnos en nuestras amistades. Una de las áreas de mi vida en la cual continuamente me esfuerzo en invertir es el de las amistades. Como milenial, a medida que pasa el tiempo, me doy cuenta de que las amistades duraderas son más difíciles de establecer. Cuando tienes una, te das cuenta de que es un tesoro valioso y haces lo que esté a tu alcance para cuidarla. ¿Están de acuerdo?
Siempre he tratado de mantener pequeño e íntimo mi círculo de amistades. No deseo tener un mundo de gente al que pueda llamar amigos, sino dos o tres personas con una manera de ver la vida similar a la mía y que quieran compartir y navegar esta jornada llamada vida conmigo. Recientemente me mudé a Arizona desde la Florida junto a mi esposo. Recién casados, dejamos atrás nuestras vidas y todo lo que conocíamos para iniciar un nuevo capítulo al otro lado del país. Yo dejé mi trabajo, ambos dejamos a nuestras familias, nuestros hogares, y la seguridad y área de confort. También dejamos atrás valiosas amistades. Aquellos que han pasado la prueba del tiempo y que han caminado junto a nosotros durante algunas temporadas claves de nuestras vidas. Mi esposo y yo somos muy bendecidos de tener amistades tan bellas que extrañar. Sabemos que nuestros amigos en casa siempre tendrán un lugar preciado en nuestros corazones; pero, mi esposo y yo sabemos que también es importante conectar con la comunidad. Dicho esto, estando en una nueva ciudad como mileniales, nos cuestionamos por dónde empezar. Se siente como iniciar de nuevo. ¿Qué es exactamente lo que compone a un buen amigo?
Cuando me hago esa pregunta, inmediatamente pienso en Sara, mi amiga más cercana, quien ha estado ahí para mí en los años más recientes de adultez. Nos apoyamos mutuamente en temporadas de soltería; asegurándonos de no desanimarnos. Fuimos la voz de la conciencia la una de la otra cuando el resto del mundo intentaba desviarnos. Nos recordábamos la una a la otra nuestro valor y que, durante la espera, tendríamos nuestra amistad para cultivarla y verla crecer.
Poco tiempo después, ambas conocimos a los hombres que después se convertirían en nuestros futuros esposos. Cuando se llegó mi tiempo para casarme, vi la amistad de Sara en un nuevo nivel. Un nivel de amor y sacrificio que atesoraré para siempre. Cuando yo me comprometí, Sara ya se había convertido en una maravillosa esposa y nueva mama. En medio de la gran transición en la vida de Sara, ella jamás se titubeó para hacerse disponible en cada detalle de la planeación de mi boda (aun cuando vivía a una hora de distancia de mi). Cuando reflexiono sobre la planeación de mi boda, pienso en Sara quien se sacrificó con toda la disposición y el gusto del mundo para asegurarse de que mi día especial fuera una realidad.
Así que cuando pienso en las cualidades de un buen amigo, recuerdo que debo rodearme de personas con maneras de pensar similares a la mía. La manera en la cual yo describiría eso es rodearte de personas que estén dispuestas a correr a tu lado por la vida. Personas con valores, cualidades, intereses y pasiones en común. Aquellos que no te alejarán de todo aquello que Dios te ha llamado a ser, sino que, te empoderen a seguir hacia adelante. Un buen amigo es alguien leal y que te apoya pero que también te dará ese amor firme cuando lo necesites, si eso significa que te ayudará a ser una mejor persona. La Biblia dice en Proverbios 27:17, “El hierro se afila con el hierro, y el hombre con el trato con el hombre.” Quizá puedes considerar el amor firme como una oportunidad de aprendizaje y asegúrate de devolverlo a tu amigo el día que él/ella lo necesite. También, el ser capaz de expresar empatía y de ser un buen escucha son cualidades importantes en una buena amistad.
Dentro de todo, el pensamiento que me viene a la mente una y otra vez es el esforzarse por tener amistades que den vida y que sean intencionales. Amistades que te hagan sentir rejuvenecido y motivado al final de una conversación. Una amistad donde esa persona y tú puedan comprender realmente el sentido del humor del otro y se rían mucho y seguido. Como mileniales, aprendemos de primera mano sobre la “adultez” y los desafíos que vienen con ella en ocasiones, así que la risa es esencial y liberadora. Esfuérzate por ser intencional donde ambos hagan el mismo esfuerzo por cultivar su amistad. Cuando yo pienso en “cultivar”, pienso en jardinería; en preparar y cuidar de las plantas para que un día puedan dar fruto. Cuando aplicamos esta mentalidad a nuestras amistades, cuidarlas y ser intencionales, podemos tener la esperanza de verlas
¿Cuales otras cualidades añadirías para ser un buen amigo/a? Cuéntanos en la sección de comentarios.
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