¡Esa Dichosa Discusión!
Mi esposo y yo compramos nuestra casa cuando teníamos 22 años de edad, gracias a la presión por parte del jefe de mi marido. Fue tan insistente que hasta nos refirió a una agende de bienes y raíces. Le caímos tan bien a nuestra agente, que al ver que no teníamos lo suficiente para el enganche y los gastos de cierre, puso su comisión como enganche para que pudiéramos comprar la casa con la condición de que se lo pagáramos en un solo pago cuando lográramos reunir el dinero. Poco tiempo después, la compañía para la que yo trabajaba descansó a la mitad de los empleados en mi departamento. Yo fui uno de ellos. Tiempo después, conseguí otro trabajo y logramos ahorrar el dinero que necesitábamos y pudimos pagar el préstamo a nuestra agente. Claro que esto significaba que no habría compras de muebles en un buen tiempo.
Un día, después de una fuerte discusión con mi esposo yo estaba muy enojada. Cansada de ver una sala vacía, manejé hacia la tienda RoomsToGo y compré un juego de sala completo, incluyendo las mesas. No había hablado sobre esta compra con mi esposo y además lo pagué con una tarjeta de crédito, rompiendo la regla que nos habíamos puesto de no usar tarjetas de crédito. Claro que, después de calmarme, ya era demasiado tarde para cancelar la compra, así que un día antes de que llegaran los muebles, muy cariñosa y amorosamente le informé a mi marido de lo ocurrido, para apaciguar el shock. Yo esperaba con gusto ver mi sala amueblada, especialmente después de esperar tanto tiempo, así que parte de mi estaba muy emocionada el día que por fin llegaron los muebles. Pero, muy pronto, me di cuenta de que habría sido buena idea medir las piezas. El juego de muebles era demasiado grande, y aunque hubiera estado bien tener un sofá gigantesco, las demás piezas estaban de más. Cada vez que lo veía, me molestaba.
Lo que Aprendí
Poco tiempo después de la llegada de nuestros muebles nuevos, mi esposo y yo salimos. Imagínate mi reacción, cuando al regresar, descubrí las huellas negras sobre los cojines y los asientos de nuestro sofá de rayas beige y blanco. Nuestro gato se había metido a un costal de carbón y luego se le ocurrió caminar sobre mi sofá con sus patas sucias. Las manchas jamás salieron, así que cubrí el sofá con una sábana por siempre. Mi esposo – quien es una persona muy intensa – nunca me dijo nada negativo sobre mi “compra impulsiva,” al contrario, muy pacientemente programó los pagos mensuales para poder pagarla antes de que naciera nuestra primera hija. Cada vez que quería hacer algo divertido, simplemente no podíamos porque el pago de la sala se llevaba gran parte de nuestros ingresos. Este suceso marcó para siempre nuestro matrimonio porque, aunque mi esposo se mantuvo tranquilo y nunca perdió la cabeza, yo no disfruté la monstruosidad en mi sala. Aprendí a esperar hasta que llegáramos a un común acuerdo antes de cualquier proyecto o compra importante. Ninguna discusión podría llevarme a hacer algo semejante otra vez.
Este ha sido el fondo en mi mente, mientras espero la intervención de Dios en nuestras vidas. Salmo 27:14:
Pon tu esperanza en el Señor;
ten valor, cobra ánimo;
¡pon tu esperanza en el Señor!”Isaías 30:18b dice:
“… ¡Cuán bienaventurados son todos los que en El esperan!"
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