Mi Papá, Mi Inspiración
por
Verónica Vásquez
Si me preguntas quién es la persona que más admiro en el mundo, te diría una y otra vez, Israel Vásquez. No, no es una celebridad; sus vecinos apenas conocen su nombre. No es un profesionista, limpia los pisos de una compañía. No es un erudito, dejo de ir a la escuela cuando iba en segundo año de primaria porque su papá le enseñó que la educación no era necesaria para alcanzar el éxito. ¿Quién es ese hombre?, te preguntarás. Ese hombre es mi padre.
A sus 62 años de edad, aun anda y corre como un adolescente. No tiene botón que lo pare, especialmente los fines de semana. Yo lo veo y quisiera tener la misma energía que el tiene. Y no solo está lleno de energía, deberías ver cuanta fe tiene y cuanto Dios le ha bendecido. Ha sido una inspiración no solo para mi, sino para otras personas que lo conocen y déjame contarte porqué.
Mi papá nació y creció en Cuetzala, Guerrero, México. Es el quinto de once hijos. Su familia fue desterrada del pueblo porque la gente creía que su padre formaba parte de la mafia y que era un “peligro” para el pueblo. Mi abuelo y su familia se fueron del pueblo a vivir a una montaña donde no había electricidad. Mi papá se convirtió en el hombre de la casa a la edad de ocho años, cuando su padre fue asesinado. No tuvo otra alternativa que trabajar en el campo de sol a sol para poder dar a sus hermanos la educación que merecían.
Mi padre era tan analfabeta que ni siquiera sabía cuándo era su cumpleaños o cuantos años tenía. No fue hasta que tenía 16 que le preguntó a su mamá que si podía engordar un marrano para su cumpleaños. Mi abuela le dijo, “¿Y para qué? Tu cumpleaños fue hace tres meses, no tiene caso.” Mi padre veía la necesidad de superarse pero no tenía el dinero para hacerlo. Intentó cruzar la frontera no una, sino dos veces en 1977. Así que sí, estás en lo correcto si crees que mi papá es un inmigrante.
Su destino era Chicago y al segundo día de su llegada y sin saber el idioma, una frase sencilla como “excuse me” le dio la oportunidad de un trabajo. Fue lavaplatos de un restaurante localizado en la ciudad con vista al que fuera el edificio John Hancock. En los siguientes 10 años, ya había conocido a mi mamá, habían tenido a dos hijos (mis hermanos) y acababa de comprar su primera casa en Wheeling, IL.
Dos años mas tarde, en 1990, llegó su mayor dolor de cabeza; yo, su hija más chica, Verónica. Cuando niña, recuerdo que mi mamá me dijo que se iba a casar con mi papá. Yo me colgaba de la chapa de la puerta de la cocina y lloraba inconsolablemente porque no quería que se casara con aquel señor chaparrito al que yo llamaba papá. Hasta el día de hoy, se ríe de mi y de lo que dije pero honestamente, me alegro de que mi mamá no haya tomado en cuenta mi consejo y que sí se haya casado con el.
No fue hasta mis años de adolescencia que entendí porqué mi papá no sabía leer ni escribir bien. Comprendí su pasado y comencé a ver el gran esfuerzo que ha hecho todos estos años para poder darnos lo mejor.
Lo poco que sabía de leer y escribir lo aprendió porque había practicado con un libro, la Biblia. Escribía versos de la Biblia una y otra vez, tanto que para mi regreso a clases todas mis libretas habían desaparecido porque el las usó todas. Me sentí con la obligación, no solo como hija pero como alguien que había sido inspirada por su historia, de ayudarle a crecer. Así que leíamos la Biblia juntos. Nuestro verso favorito es Deutoronomio 6:
Estos son los mandamientos, preceptos y normas que el Señor tu Dios mandó que yo te enseñara, para que los pongas en práctica en la tierra de la que vas a tomar posesión, 2 para que durante toda tu vida tú y tus hijos y tus nietos honren al Señor tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy, y para que disfrutes de larga vida.
Hasta el día de hoy, su escritura no es perfecta, pero ha mejorado. Su lectura es lenta pero le encanta leer y no se avergüenza ni yo tampoco. Hace nueve años, en el 2009, pasó su examen de la ciudadanía estadounidense. Y no solo pasó el examen, sino que lo hizo en inglés. Y hace solo cuatro años, su primera casa por fin fue oficialmente suya.
Estos últimos años ha estado batallando con Fibrosis Pulmonar, la cual no tiene cura. Recientemente fue diagnosticado con una enfermedad rara de la piel y cáncer de la piel en su oído derecho. Pero a pesar de todo eso, su fe y confianza en Dios continúa creciendo y eso es lo que lo ha mantenido de pie hasta hoy. No hay un día que este hombre no se ponga de rodillas para dar gracias a Dios por su familia. Eso, para mí, vale más que tener una maestría o doctorado. Nuestra relación no es la mejor, yo corro tras de el, vigilando cada movimiento, como si fuera mi hijo, pero eso no lo cambiaría por nada.
Gracias papá, por todo lo que haces por tus hijos, tu esposa, y ahora por tu nieta. Te amamos. ¡Feliz Día del Padre todo el mes y todo el año!
¿De cual manera impactó tu vida tu papá? Cuéntanos en la sección de comentarios.
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