¿Qué le estoy pasando a mis hijos: Un Hermoso Regalo o una Carga Pesada?
¿Qué características, positivas o negativas, heredaste de tu madre? ¿Y de tu padre? ¿En qué te pareces a tu abuela? ¿Qué dice la gente haces igual que tu abuelo? Tus respuestas a estas preguntas terminan convirtiéndose en la evidencia de lo que la generación pasada te dejó de herencia. Todos recibimos dones de nuestros progenitores. Estos dones pueden convertirse en una hermosa herencia o una carga inútil y pesada. De la misma forma en la que recibimos, también traspasamos regalos o cargas a nuestros hijos, y nuestra disponibilidad para sacrificar algo hoy para el beneficio de su futuro determina cuál será nuestro legado.
Aunque no podamos ni siquiera admitirlo, nuestros hijos no son tan resistentes como pensamos cuando asumimos que pueden superar los problemas complicados de adultos que terminan compartiendo con sus padres. Siempre cargaran cicatrices que aunque ya no estén sangrando aún están presentes para recordarles de los efectos a largo plazo que tienen las decisiones y acciones hechas por sus padres. En su libro, basado en un estudio de 25 años con niños de parejas divorciadas, El Legado Inesperado del Divorcio, Judith Wallerstein nos muestra como nos hemos convertido en una sociedad de adultos que pone sus necesidades antes de las de sus hijos y lo justifican diciendo que los niños son resistentes y que el tiempo cura toda las heridas. Wallerstein mostró durante su largo estudio que los niños no son resistentes y que el divorcio los deja luchando internamente durante toda su vida. Pero el divorcio es solo una de las decisiones que tomamos como padres, que pueden dejar a nuestros hijos arrastrando la carga de la generación pasada.
Existen una cantidad infinita de decisiones diminutas que tomamos diariamente y que con el paso del tiempo impactan el futuro de nuestros niños y su opinión del mundo. Tomemos por ejemplo, el padre que comienza a aceptar las excusas de su hijo por no completar sus tareas y luego culpa al maestro por sus derrotas académicas. ¿Qué implicaciones piensas que tendrán estas decisiones en las metas académicas de este niño o su habilidad de ser un estudiante productivo y exitoso? A mi me parece que después de un corto tiempo el padre se dará cuenta que su hijo se está convirtiendo en una persona perezosa, irresponsable, y con una actitud negativa de su mundo la cuál se hace evidente en su diario vivir y en sus conversaciones. Pero aún después de observar algunas de las implicaciones negativas de nuestras decisiones, seguimos el juego porque después de todo echarle la culpa al maestro resulta fácil. Este padre comenzará a demandar menos de las calificaciones porque es más fácil que comenzar a lidiar con las deficiencias en el carácter del niño. La alternativa demanda decisiones drásticas y trabajo arduo de parte del niño y del padre.
Siempre buscamos lo que nos hace sentir bien (yo incluida). Tenemos una capacidad increíble de justificar nuestras acciones y una actitud rebelde hacia las personas que critican nuestras decisiones. Cuando alguien nos dice algo le decimos que son unos entremetidos, poniendo sus garras en lo que no les importa y que no tienen derecho a opinar en nuestras vidas. Sin embargo, si deseamos pasar el don de la productividad, o la honestidad o la perseverancia o cualquier regalo que deseamos pasar a nuestros hijos, debemos hacer cambios.
Hacer esos cambios requiere que estemos conscientes de las decisiones que tomamos diariamente y de como nuestras soluciones instantáneas terminan limitando a nuestros hijos por el resto de sus vidas. Seamos generosos, pasando un legado a nuestros hijos del cuál pueden estar orgullosos el resto de sus vidas. Siempre tomando en cuenta que este tipo de generosidad requiere abnegación y corrección personal. No siempre tenemos que obtener lo que queremos y vivir de forma egoísta. Algunas veces tenemos que poner nuestros deseos en pausa por el bienestar de nuestros pequeñitos. ¡Pero no te preocupes! Van a crecer un día y puedes irte a Alaska si deseas. Pero por ahora, hagamos esos sacrificios para no dar a nuestros hijos cargas pesadas e inútiles. Mejor, llenemos sus manos de regalos que se extiendan hasta miles de generaciones.