¡Rompe el Hielo, Enfrentalo y Habla!
“Hablemos'' ¿Alguna vez se han sentado contigo para hablar sobre algo serio? Tal vez respondiste poniéndote en la defensiva, o posiblemente llegaste a contemplar y considerar lo que te dijeron?
¿Y cómo ha sido tu experiencia cuando fuiste honesto(a) en una conversación con alguien?
¿Estas evitando tener una platica con alguien ahora?
Durante nuestra estadía en la República Dominicana esta pasada primavera, entramos en una conversación con uno de los taxistas que nos llevaba de una ciudad a la otra. Como el viaje tomó más de dos horas, pudimos entrar en confianza. El taxista compartió sobre su fe, su familia, y luchas. Habló sobre el desafío que tenía en su matrimonio y familia el cual había buscado apoyo y consejo pastoral. La situación era algo delicada ya que tenían tensión sobre las diferentes expectativas de su hijo mayor quien permanecía en casa a pesar de haber terminado una carrera profesional y tener buen empleo. El taxista explicaba sobre su frustración de que su esposa no estaba de acuerdo en que su hijo se hiciera responsable financieramente en el hogar y al parecer se empeñaba en continuar manteniéndolo.
Lo curioso fue que solo un par de días atrás había precisamente compartido sobre las conversaciones cruciales y la importancia de tenerlas.
Cuando uno está enojado, frustrado, decepcionado, triste o aun lleno de envidia o resentimiento, las pláticas pueden escalar rápidamente en una discusión caliente, llena de crítica. Puede que te conviertas en ser inflexible y que luches tener curiosidad sobre la otra persona y tomar la perspectiva de la otra persona en cuenta.
Sin embargo, tomar el tiempo para autoevaluar las emociones centrales y lo que la situación resalta vale la pena. Pregúntate a ti mismo(a) porque te sientes de esa manera. Puede que tome algo de tiempo el poder llegar a perdonar o dejar lo que está fuera de tu control.
Eres responsable de cómo te sientes, nada te hace sentir de una manera u otra y primero tienes que aprender a auto-evaluar esto si no quieres “vomitar emocionalmente” en alguien más cuando te sientas con ellos o tengas una conversación candida. “Rinde las primeras emociones a Dios” aconseja una de mis hermanas, Eunice Reed. Cuando examinas tu corazón y lo rindes ante los pies de Cristo, él puede sanarte y darte las fuerzas, valentía, y sabiduría necesaria para enfrentar las situaciones delicadas y difíciles que se te presentan.
Luego, pregúntate, ¿qué es lo que quisiera ver? ¿Qué me gustaría ver diferente? Luego que sepas que es lo quieres, puedes evaluar si lo que quieres es bueno, razonable, y accesible. Si lo que quieres es ser muy exigente, fuera de tu alcance, muy egoísta, puedes entonces ajustar tus expectativas. Luego puedes ser específico en pedir lo que necesitas cuando tengas la conversación. En vez de criticar o echar culpas sobre lo que anda mal, la clave está en enfocarte en lo quisieras ver diferente. En el caso del taxista pudieses decir algo como,
“Me preocupa que no estamos preparando a nuestro hijo para un futuro donde él pueda asumir responsabilidad cuando tenga su propia familia que mantener. Me gustaría que juntos nos pudiésemos poner de acuerdo sobre un plan donde a partir de ahora él pueda asumir responsabilidad de algunos de sus gastos personales. Por ejemplo, él puede ocuparse de su bill de teléfono o hacer las compras dos veces al mes”
Algunas veces, una plática es todo lo que se necesita para aclarar la situación y salir adelante. Pero, frecuentemente, se necesitan varias conversaciones para poder negociar un paso donde todos los participantes puedan estar de acuerdo.
- Conoce tu corazón
-
Conoce lo que quisieras ver diferente
- Pide por lo que necesitas
- Conoce el corazón de la otra persona
- Tenga una disposición de negociar y de avanzar la conversación