Saca el Tiempo para Disfrutar a tu Familia este Verano
El sábado pasado, mi hijo de diez años y yo fuimos al mercado, temprano en la mañana, en busca de frutas frescas. Me fui caminando y él me siguió en su bicicleta. Una vez ahí, escogimos de entre nuestros productos favoritos y regresamos a la casa a hacer jugo fresco de naranja y batidas de frambuesa para llevarnos a la playa en este día caluroso.
Una vez en la playa, pasamos unas horas placenteras con bebidas refrescantes, yo, disfrutando el mar tranquilo y apacible mientras los chicos buscaban más adelante las olas de más poderío para montarlas con su “boogie board”. Después de unas horas, la temperatura se elevó y aunque la playa es paradisiaca tenemos que huir a nuestras casas para escapar del sol floridano.
Estos momentos veraniegos crean memorias y unen nuestros corazones fortaleciendo así el vínculo familiar. Tenemos que hacerlo cada vez que podamos, pues nuestros calendarios se llenan rápido y el tiempo se hace efímero. En mi hogar, por ejemplo, mi chiquito está yendo a un campamento de karate durante la semana y el otro está envuelto en un programa de misiones con sus compañeros de la iglesia. Si yo no hago un esfuerzo especial para reunirlos en el calor familiar, terminamos todos haciendo lo nuestro y nunca nos juntamos para celebrar la bendición que resulta ser nuestra familia.
Cada persona es diferente, por lo que para cada uno la definición de “fun” o diversión, cambia. Para mi esposo leer un libro es divertido y para mi hijo adolescente es tirarse de la cascada más alta. Es por ello que cuando nos vamos a divertir como familia siempre me gusta tener presente los gustos y las necesidades de todos.
Para divertirse en el verano no hay que gastar miles de dólares en Disney; una manguera y globos de agua es todo lo que necesitas. Abre la llave afuera en una tarde calurosa y comiencen a tirarse vejigas de agua y tendrán la misma satisfacción con dos dólares y cincuenta centavos que tienen en un crucero a las Bahamas. Lo que importa no es cuán caro resulte la actividad, sino cuánta unidad traiga a la familia. Pues sabemos que los niños que son criados en un medio ambiente saludable, lleno de momentos de alegría y con padres que tienen contentamiento en todas las circunstancias, son los que terminan transformando el mundo.
Nuestros cerebros y el de nuestros hijos pueden funcionar mucho mejor si aprendemos a minimizar el estrés. La estructura del cerebro siempre está atravesando por cambios, gracias a su plasticidad. Cuando incluimos actividades que se salen de la norma, de la rutina y el estrés diario, podemos mejorar la conectividad y la estructura del cerebro, ayudando a nuestros hijos y a nosotros mismos a rendir más a la hora de hacer nuestras tareas diarias.
Claro que debemos insistir en que nuestros hijos hagan sus oficios en el hogar y completen sus tareas. Pero lo que ellos más necesitan es que juguemos con ellos. Las familias que juegan juntas, permanecen juntas. No es difícil impresionar a un niño. Pequeños momentos de karaoke, jugar a las escondidas, sacar el juego de ajedrez o hacer jugos naturales de naranja y frambuesa es todo lo que se requiere para traer una sonrisa a sus labios una tarde de verano.