¡Es un Arte ser Mamá!
Cuando mi hija tenía 13 años comenzó a usar un tipo de patineta larga llamada “longboard.” Se divertía con sus amigos bajando cuestas, en carreras o usándola como su transporte. En su “longboard” podía recorrer una gran distancia con un solo impulso. Ese año fuimos a pasar la Navidad con mis suegros, quienes viven en Atlanta, donde las calles no son planas como en la Florida, sino que suben y bajan pues la ciudad está situada a los pies de las Montañas Apalaches. Mi hija estaba determinada a usar su “longboard” en este terreno. Haciendo una de sus piruetas, se le zafó el pie y perdió el balance. La Chiquita se fue rodando por toda la calle y aunque no se rompió ningún hueso, su orgullo recibió una paliza. Le pusimos una curita y le dimos un beso y un abrazo y al otro día, estaba por el vecindario montañoso de sus abuelos haciendo de nuevo sus piruetas.
Ser mamá es un arte porque mientras por un lado estamos mordiéndonos los labios para no explotar de ansiedad con las ocurrencias de nuestros hijos, por el otro lado estamos hablando de vida y esperanza a sus oídos para que no se desanimen. Una madre tiene la habilidad de tratar el cuerpo, alma y espíritu de sus hijos de forma simultánea sin descuidar un área por la otra. Deja que tus hijos tomen riesgos sin ponerlos en peligro; permite que experimenten frustraciones sin dejar que se den por vencida; les da independencia sin libertinaje; confianza sin descuido.
Una madre llora y ríe; castiga y aclama; lamenta y se maravilla con las decepciones y los logros de sus hijos. Ser madre es una demostración de exceso con restricción. Ella sonríe, aclama y se maravilla porque se siente orgullosa y desea desarrollar la estima de sus hijos; pero llora, castiga y lamenta porque quiere que sus hijos desarrollen carácter y no tengan una estima más alta de la que deben tener.
Cuando las voces de los hijos son silenciadas, la madre aboga por ellos; paga por sus lecciones de piano para que refinen disciplina y paciencia y para que se susciten sus emociones y los ánima a practicar deportes para que aprendan coordinación, control y trabajo en equipo. Una madre busca que sus hijos salgan adelante, pero no a costa del bienestar de los demás. En el camino, la madre siempre enseña compasión, pero sin permitir que la bondad sea abusada. Su vida no está envuelta en sus propias necesidades, sino en la de sus hijos. ¡Es un arte ser mama! La ciencia está basada en explicaciones y predicciones. Pero la madre no puede tratar a su hijo como un experimento en un laboratorio con medidas y predicciones exactas porque cada hijo es diferente como lo son las circunstancias, las emociones y las situaciones. La respuesta de una madre es “sí y no”, “depende”, “a veces”… Pero, ¿cuándo es sí y cuándo es no? La madre sabe porque ella conoce al hijo, las circunstancias, las emociones y las situaciones.
Así que continúa siendo maestra, guía, consejera, protector y propulsora hasta que tus hijos estén preparados para enfrentar solos al mundo y a desatar en él su potencial completo. Reconoce que tu único premio es su buena salud mental la cual se hará evidente en la forma en la que manejan su independencia el día que no estés ahí para darles una curita cuando hagan piruetas por las calzadas de la vida.