Ice Cream for the Soul
Mi papá murió el año pasado y éste será el primer año en el cual mi familia va a celebrar el Día de los Padres sin él. Siempre estará en nuestras mentes y en nuestros corazones y para honrarlo este Día de los Padres, me voy a comer una fuente de helado.
A mi padre le gustaba el helado. Tanto le gustaba que cuando mi madre estaba embarazada de mi hermana mayor y experimentaba dolores de parto, detuvo el carro para comprarle un helado. Antes de partir de esta tierra lo último que comió fue helado.
Cuando yo estaba en la escuela secundaria, un día estaba sentada en la cocina con mi cabeza en la mesa, pues tenía un terrible dolor de cabeza. Mi papá entró a la cocina y me pregunto, “¿qué te pasa mijita?” Con las manos sobre mi cabeza le dije lo que me pasaba. A lo que él me dijo yo tengo la solución para eso y me trajo una fuente de helado con una cuchara y una sonrisa de oreja a oreja. “Cómete esto. No solo te quita el dolor de cabeza, pero es bueno para el alma.” Lo miré sorprendida- pero sin embargo tomé la cuchara en mi mano y me comí el helado.
Aprendí un par de cosas ese día: Primero, que el helado no cura el dolor de cabeza y segundo, que mi papa tenía razón, ¡el helado es bueno para el alma! Pero el estaba compartiendo conmigo otra lección cuando me dio esa fuente de helado que me gustaría compartir contigo.
En esta vida experimentamos dolores de cabeza, tristeza, tribulaciones, e inconveniencias- pero estas cosas son todas temporeras. Están aquí hoy pero no mañana. Pero tu alma- es para siempre. Alimenta tu alma una cucharada a la vez; llénala de dulzura; sáciala con las cosas que son buenas, lindas y nobles.
Este Día de los Padres, comparte una fuente de helado con tu padre. Hablen un poco. Ríanse un poco. Y llénense de cucharadas y cucharadas de dulzura.