¿Cuál es tu legado?
Todos nosotros dejamos un legado. La pregunta es no si podemos, es si dejamos un legado. Es una fantástica pregunta para ser considerada por todos. La siguiente historia nos ayudará a motivarnos.
Mi padre fue un profesor de Inglés en un colegio. Conoció grandes y excelentes escritores Americanos como lo son John Steinbeck, Nathaniel Hawthorne y Flannery O’Connor. Crecí con una enorme fotografía de William Faulkner que estaba en la pared familiar. Las conversaciones a la hora de cenar giraban alrededor de lo que cada uno en la familia leía. Estoy muy agradecido por el amor a la literatura que mi padre me heredó. El fue un verdadero académico y su especialidad era clara en el mundo de los libros y las ideas.
Fue una sorpresa para mí cuando mi padre se ofreció como entrenador voluntario de mi equipo de béisbol en cuarto grado. Yo no sabía que él tuviera conocimiento alguno de béisbol, pero aprendió solo algo relacionado con el juego. Esa temporada probó que realmente no sabía. Tuvimos un récord de 1 ganado y 19 perdidos. Y el juego ganado fue porque el equipo con quien íbamos a jugar se confundió con el calendario y llegó solo la mitad del equipo – así que el juego fue confiscado.
Realmente no recuerdo nada con relación a la instrucción que pudo haber tenido mi padre con respecto al béisbol. Estoy adivinando, pero realmente no tenía mucha. Una cosa que recuerdo es que él nos prometió “snow cones” si ganábamos. Nosotros amábamos los “snow cones”. ¿A qué niño no le gustan?
Así que él escogió el incentivo correcto. Esto era solo la promesa de un hielo con sabor, pero que no haría la tarea por nosotros si no podíamos batear, correr y capturar la pelota.
Pero luego de perder cada partido él nos sentaba y nos hablaba del buen trabajo que habíamos hecho. El hablaba con nosotros no para desalentarnos. Seguro, nosotros no teníamos un puntaje de más carreras que los otros equipos, pero jugábamos decididos y con pasión y con un corazón de ganadores. El nos decía que estaba orgulloso de nosotros. Luego pausó y con una sonrisa pequeña en su cara nos dijo, “snow cones” para todos. En ese punto nosotros corrimos fuera de la caseta e invadimos el negocio de “snow cones”.
Nosotros sabíamos que tendríamos nuestro “snow cone” ganáramos o perdiéramos. Sin importar si nuestra presentación fuera buena o pobre. Tener un “snow cone” no dependía, en lo absoluto, de nuestro desempeño. No teníamos que hacer nada para esto. Mi padre nos daba nuestro “snow cone” porque él era un hombre amoroso y no necesitaba que lo ayudáramos. El solo nos daba nuestro “snow cone”.
El próximo año, mi padre dirigió otra vez, el mismo equipo de béisbol. Y lo gracioso fue que tuvimos una temporada increíble – 18 ganados y 2 perdidos. No se cómo esto pasó. Tal vez practicamos mucho más. O tal vez los chicos comenzamos a crecer y obtuvimos mayor fortaleza y destrezas. O tal vez había algo en esos “snow cones”. No se.
Por años he reflexionado mucho acerca de aquel tiempo. Realmente tengo muy buenas memorias de mi padre, y los años del béisbol son las mejores. Mi padre nunca dirigió mi equipo porque él amara el béisbol, o porque él amara liderar un grupo de niños para que ganaran, o porque él amaba los “snow cones”. El hizo todo esto porque me amaba. Yo supe eso después y lo pude entender mucho después hasta llegar a este momento.
Mi padre no era perfecto – muy lejos de serlo. Pero yo se que me amaba. Yo se que esa no es la misma experiencia de todo el mundo con su padre. Algunos tendrán buenas experiencias y otros malas.
Sin embargo, siempre recuerda que podrás tener algunas experiencias con tu padre terrenal, pero piensa que también tienes un Padre celestial quien te ama con un amor incondicional. ¡El disfruta amarte! El se delita en ti. Si estás dispuesto a aceptar todo el amor que El tiene por ti – puedes ser transformado. Nunca volverás a ser igual. Y podrás pasar ese mismo amor a otros.
¡Y este es el legado que puedes dejar!