Mátalos con amabilidad
Todos lo hemos escuchado en las últimas semanas: lávate las manos, mantén distancia social, y compra todo el papel de baño que puedas, ¡oh espera! Nadie dijo esa última parte y sin embargo hay una escasez.
En tiempos de pánico, tendemos a entrar en un modo extraño de supervivencia cavernícola donde o comemos o nos comen, pero ¿por qué? No estoy tratando de entrar en una psicología profunda de la mente humana, pero veo algunos de estos videos de muchedumbres en Wal-Mart peleando por papel higiénico, y me siento triste.
En tiempos como éste, pienso en una historia que me contaron toda mi vida sobre mi abuelo y mi abuela. En resumen, una vez hubo una sequía sin ninguna lluvia a la vista, sin embargo, un día mi abuelo decidió poner afuera todas las ollas, sartenes, tazas o cosas que pudieran contener agua. ¿Por qué? Porque, obviamente, estaba a punto de llover a pesar de que no había ni una nube en el cielo. Después de recibir muchas burlas de sus vecinos, las nubes llegaron, y llovió fuertemente durante unos minutos. En lugar de quedarse con toda el agua que recogió, mi abuelo le dio agua a la gente del vecindario; a las mismas personas que se burlaron de él. Pudo haber guardado toda el agua para sí mismo, pero optó por compartir su abundancia con los que estaban sufriendo.
Es fácil ser egoísta. Por naturaleza, somos criaturas egoístas. Es por eso que enseñamos a nuestros hijos a compartir. Así que cuando llegué a ver ese mismo sentido de comunidad y la acción de compartimiento en mi propia vida, el impacto fue más profundo.
Crecí en el sur de Florida, así que el pánico masivo no es nada nuevo. Ver los vecindarios prepararse para un huracán es algo que la mayoría de la gente no puede experimentar. En comparación con la mentalidad de "cada hombre por sí mismo" que estamos experimentando en estos días, la temporada de huracanes siempre es oportunidad para unir a los vecinos. Durante la preparación, hacemos lo que tengamos que hacer para organizarnos, pero también ayudamos a la anciana que vive sola al cruzar la calle a poner sus persianas. Lo hacemos sin que nadie nos lo pida. Lo hacemos sólo porque es lo correcto.
He vivido por muchos huracanes, pero si soy completamente honesto, apenas los recuerdo. Llueve tanto en Florida que todo comienza a ser como una nube. Pero nunca olvidaré el huracán Katrina o el huracán Wilma. Llegaron a Florida en 2005 con dos meses de plazo. ¿Por qué los recuerdo tanto? Tal vez fue el pánico que todos sentían al preocuparse por sus casas y familias. Era palpable en el aire. Yo sólo tenía ocho años en ese tiempo, y si podía sentirlo entonces, sólo puedo imaginarme lo que los adultos estaban experimentando en realidad en ese momento. Pero lo que más recuerdo es lo que paso después del huracán. En mi casa no teníamos energía eléctrica durante tres semanas después de Katrina. No sé si alguna vez has experimentado el calor de Florida en agosto/septiembre, pero no se lo desearía ni a mi peor enemigo. Gracias al corazón bondadoso de mi vecino, corrieron un cable de extensión desde su casa, al otro lado de la calle, hasta la nuestra. (Ellos obtuvieron energía de nuevo casi de inmediato, ya que hay una tubería de alcantarillado corriendo debajo de su casa.) No fue nada especial, pero nos permitió usar un ventilador por la noche y probablemente un montón de otras cosas pequeñas que no puedo recordar. Todo lo que sé es que la sensación de oír encender el ventilador sigue siendo uno de los recuerdos más vívidos que tengo.
También recuerdo haber jugado básquetbol en la calle con algunos de los niños del vecindario. La mayoría de ellos eran mis primos (crecimos en la misma calle), pero sólo se podía ver una turba de niños corriendo para arriba y para abajo por la calle haciendo cosas de niños. La gente compartía comida; un poco de arroz aquí, una patata allí, un poco de agua embotellada por allí. Un montón de otras cosas se compartieron colectivamente, así que, a una edad temprana, pude ver una comunidad unirse. No quiero quitar ni menospreciar el daño que esos dos huracanes le hicieron a Florida y a otros estados, pero ese sentido de comunidad y de cuidar las espaldas de los demás en tiempos de crisis, será para siempre parte de lo que soy.
Entonces, ¿cómo aplico ese mismo sentido de comunidad en tiempos en los que no podemos estar físicamente cerca el uno del otro? Es una pregunta que me he estado haciendo durante esta cuarentena. Tal vez no podamos tener barbacoas con gente que llegan ni ponernos al día con los acontecimientos, pero todavía podemos ser una comunidad. La tecnología nos ha mantenido unidos en este mundo particionado en el que ahora vivimos.
¿Cómo podemos practicar amabilidad en esta cuarentena? No creo que tenga que ser un gesto grandioso como poner persianas o darle agua a la comunidad en tiempo de necesidad. No, creo que es algo más simple como…
- Comprar una tarjeta de regalo de Starbucks para una enfermera, médico o empleado de un hospital que está trabajando duro para combatir este virus
- Darle gracias a los trabajadores de las tiendas de comestibles que han estado llegando temprano para limpiar y almacenar toda la tienda todos los días
- Chequear a nuestros vecinos de edad avanzada para ver si necesitan ayuda para conseguir comestibles o cualquier otra ayuda que necesiten.
- Chequear con algunos padres que conoces, es posible estén ahora encerrados en una habitación con sus hijos de 3 años. Posiblemente necesitan un par de juguetes nuevos o libros para colorear. Tal vez hasta una botella de vino para sí mismos.
- Buscando a tus amigos extrovertidos, posiblemente se están volviendo locos en este momento, así que llámalos y hazle un chequeo.
Tal vez no podamos estar en la misma habitación que los demás, pero gracias a la tecnología, todavía podemos mantenernos conectados. Son tiempos salvajes con tantas costumbres cambiando, pero no significa que tengamos que cambiarlo todo. Así que lávate las manos, mantén la distancia y muestra un poco de bondad.
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